miércoles, 17 de junio de 2009

ALGUNOS DETALLES DE CHOZAS

Cuando se recorren con detenimiento se pueden observar detalles peculiares o muy generales, así como el tremendo deterioro de muchas de ellas. Estas imágenes fueron tomadas hace varios años, no sé cuantas habrán sido víctimas del afán destructor del ser humano, mezclado con el egoísmo de la carga fácil de este material que tanto abunda en nuestro terreno calizo. Ojalá que este blog sirva de llamada de atención y empiecen a respetarse estas rústicas construcciones que tanto esfuerzo costaron levantarlas a los solaneros que nos antecedieron. En estas imágenes podemos apreciar diversos detalles significativos del interior y exterior de algunas chozas:
Una vista del techo de una próxima al Camino de la Virgen en la que puede apreciarse la disminución del diámetro de las hiladas del techo, hasta finalizar con un pequeño agujero central para salida de humos. En algunas aparece tapado con una lancha.
En otros casos disponen de un espacio para hacer fuego y hasta su correspondiente chimenea formando parte de la estructura de la choza.
En su interior acoplaban también los llamados "poyos", para descansar y dormir en ellos sobre la saca de paja; el pesebre donde comían los animales de labor. Algunas disponen de pequeñas alacenas construidas en el interior de la pared de lancha




A veces construían una pequeña cerca de piedra en el exterior donde encerraban los animales que les acompañaban en sus temporales estancias.
La puerta de entrada a la choza podía presentar forma de artístico arco o de sobrio dintel de un solo bloque de piedra. En ocasiones, la regularidad de forma y volumen de las lanchas, así como su esmerada colocación, nos da la impresión de muros de sillería.
Los techos solían recubrirlos exteriormente de barro y pequeñas lanchas para impermeabilizar la cubierta. En fin, que procuraban construirlas de forma que cubrieran las necesidades más elementales de sus moradores; pero, por desgracia y viéndolas desde la óptica del modo de vida actual, sin reunir las mínimas condiciones de habitabilidad.

jueves, 11 de junio de 2009

LAS CHOZAS DE NUESTROS CAMPOS

Estas rústicas construcciones eran, por lo general la habitación de jornaleros, gañanes o pequeños propietarios agrícolas que vivían en ellas de forma temporal, a veces con su familia, mientras araban, podaban, vendimiaban, plantaban las cepas o las olivas, o recogían la aceituna en los crudos inviernos de antaño. Salpican nuestros campos y son un claro ejemplo de adaptación al medio natural, tanto por sus dimensiones como por los materiales empleados, que proceden del propio suelo en donde se levantan y además contribuían a limpiarlo de piedras (lanchas).

Su construcción no presenta gran dificultad técnica; pero existían familias expertas en esta técnica constructiva de "piedra seca" y de cerramiento en falsa cúpula.


La técnica de la "piedra seca" consiste en ir levantando esos muros circulares piedra sobre piedra ( o lancha sobre lancha) sin ningún otro material que las una. Es una técnica constructiva que ha perdurado desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días, por sus muchas ventajas en el medio rural: fácil manejo de los materiales por utilizar piedras de mediano y pequeño volumen, que permiten que un solo hombre - o a lo sumo un "maestro" y un ayudante - vayan colocando las piedras de manera que sea su propio peso quien las aglutine, anclando perfectamente unas con otras, o inmovilizándolas con pequeñas cuñas.

Para cerrar ese espacio circular se utiliza la falsa cúpula consistente en que, a una determinada altura del muro, va disminuyendo el diámetro de las sucesivas hiladas, hasta que llega a producirse el cierre; normalmente se dejaba un pequeño agujero que se tapaba con una lancha cuando era necesario. Es un tipo de cerramiento que ya aparece en Europa en muchas construcciones de época Megalítica, casi siempre como monumentos funerarios de la Edad del Bronce.


Considero que las chozas deben apreciarse como un valioso legado cultural, un patrimonio creado a lo largo de los siglos gracias al ingenio y trabajo callado de jornaleros, gañanes, pequeños agricultores y pastores, evocadores de una forma de vida de las clases más populares que ha perdurado hasta los años setenta del siglo XX aproximadamente.


Desgraciadamente se consideran un patrimonio menor y nunca han merecido una tutela o protección oficial para su conservación. Ante la desaparición de algunas de ellas y el estado ruinoso que presentan otras, no estaría mal que se inventariaran y se tomara hacia ellas alguna medida de protección institucional. Sin olvidar una valoración social a este testimonio vivo que forma parte de la memoria colectiva de nuestro pueblo y de otros muchos de la comarca y de Castilla-La Mancha.